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Los datos hablan por sí solos y así lo cita The World Energy Trade: Entre 2009 y 2019, el consumo mundial de energía renovable creció a una media anual del 13,4%. Durante ese tiempo, el consumo de energía renovable pasó de 8,2 exajulios (EJ) a nivel mundial a 28,8 EJ.

Sin embargo, las emisiones mundiales de dióxido de carbono aumentaron en más de 4.000 millones de toneladas métricas al año durante ese tiempo, alcanzando un máximo histórico en 2019.

La razón es que el consumo global de energía -aunque crece a una tasa media anual de solo el 1,9%- aumentó en 92 EJ entre 2009 y 2019. Las energías renovables están creciendo a un ritmo mucho más rápido, pero se necesitarán décadas con las tasas de crecimiento actuales antes de que las energías renovables puedan hacer una mella seria en las emisiones globales de dióxido de carbono.

Por eso, la energía nuclear podría desempeñar un papel de apoyo fundamental en la reducción de las emisiones mundiales de dióxido de carbono. Sin embargo, la energía nuclear se concentra en un puñado de países, y muy pocos están aumentando su producción de energía nuclear.

 

El invierno promete problemas para Europa y España.

Ya los tenemos: la crisis energética ha traído consigo un encarecimiento de la factura de la luz como no recordábamos, en un mundo desestabilizado por la invasión rusa de Ucrania y sus consecuencias.

El megavatio golpea hogares y atemoriza a la gran industria, y eso que aún falta por ver el impacto que tendrán las calefacciones. Un escenario en el que, mientras los 27 países de la Unión plantean por primera vez una reforma total del mercado energético, varias voces piden mirar otra vez a la energía nuclear como posible panacea. Pero ¿es la solución? ¿Tiene la llave para resolver nuestra dependencia energética? ¿Es seguro apostar por ella?

Recordemos, primero fue el fuego, más tarde el carbón y por último el petróleo. El aumento progresivo de las necesidades energéticas es una constante en la historia nuestra especie. Una demanda creciente que a día de hoy y de manera sostenible solo puede ser resuelta satisfactoriamente por la energía nuclear.

La mayoría de las personas desconocen exactamente en que consiste la energía nuclear, y existe en torno a la misma una gran cantidad de mitos y miedos infundados.  Hemos visto un interesantísimo artículo de National Geographic en el que se puede hacer un test de conocimiento sobre ello y salir de dudas.

 

Del «nucleares no, gracias» al «Bienvenido, Mr. Nuke» han pasado algo más de 50 años.

El tiempo transcurrido desde que la energía nuclear sufrió la campaña de acoso de mayor éxito de la historia contra una tecnología energética hasta que esa misma tecnología energética ha recibido el reconocimiento oficial como «energía verde y necesaria». Por el camino han mediado varias crisis económicas globales, el descubrimiento de la amenaza del cambio climático y una pandemia.

Tras ser demonizada durante décadas, la electricidad obtenida durante la fisión nuclear goza ahora del aval de la ciencia y hasta de ciertos sectores ecologistas. Europa se ha comprometido a que, para 2050, toda la industria sea climáticamente neutra, es decir, que no suponga un ápice de incremento de las emisiones de Co2 a la atmósfera. Para ello es necesario reducir casi hasta la inexistencia las fuentes energética emisoras (fundamentalmente las que proceden de la combustión de materia fósil) y ampliar el espectro de energías renovables y no emisoras (solar, eólica, etc…).

Pero la demanda energética creciente no podría ser cubierta con un modelo de pura transición a las nuevas energías. En el mix aflora una fuente energética largamente demonizada pero que no emite gases de efecto invernadero a la atmósfera: las centrales nucleares.

 

¿Qué pasa en España?

El parque nuclear español -formado por siete reactores en operación (Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Trillo y Vandellós II) en cinco emplazamientos- ha generado en 2021 casi el 21% del total de la electricidad consumida, de acuerdo con los datos provisionales de Red Eléctrica de España (REE) analizados por Foro Nuclear.

La energía nuclear ha evitado en España la emisión de 20 millones de toneladas de CO2

En España la energía nuclear supone, aproximadamente, un 20% de la energía que consumimos (el porcentaje cambia a lo largo del día), la quinta parte del total. Una de sus ventajas es su eficiencia: no importa el momento, si no hay problemas ni paradas programadas, casi siempre entregan su capacidad máxima.

Una energía que proviene de siete centrales tirando a viejas, que entraron en funcionamiento entre 1983 y 1988 y que no se diseñaron para estar en activo más de cuatro décadas. Desde entonces, ningún gobierno —y ningún grupo empresarial— ha mostrado interés por ampliar el parque. Y tienen fecha de caducidad: entre 2025 y 2035 las siete centrales se irán apagando para ser posteriormente desmanteladas.

Un plan que, cuentan desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, no tiene previsto revisarse debido a la actual crisis.

 

Startups nucleares

Más de 430 millones de inversión. Esa es la cifra “récord” que —precisa Business Insider— han logrado recaudar startups nucleares de Europa a lo largo de 2022 en el marco de un “renacimiento nuclear” acelerado por la crisis. En la lista completa incide también Interesting Engineering, que enumera media decena de compañías que han logrado recaudaciones millonarias.

▶️Algunos nombres propios. En la lista destaca Newcleo, con sede en Londres, que ha logrado captar 315 millones de dólares para desarrollar sus primeros pilotos en Francia y Reino Unido. La compañía trabaja con un reactor rápido refrigerado por plomo y su objetivo es abaratar la producción de energía nuclear. Británicas son también Tokamak Energy y First Light Fusion, con recaudaciones sustanciosas. La primera se centra en sus dispositivos tokamak y acaba de anunciar planes para su prototipo avanzado ST80-HTS; la segunda promete “un nuevo enfoque de la fusión”. La nómina la completan la sueca LeadCold Reactors y la francesa Renaissance Fusion.

 

Un balón de oxígeno para la nuclear.

Esa es la idea que transmite durante una entrevista con Business Insider Munir Hassan, de Cameron McKenna Nabarro Olswang LLP, quien confía en que “por fin se produzca el renacimiento nuclear del que llevamos hablando quince años”. “La guerra de Rusia en Ucrania y su posterior impacto en los precios de la energía ha reforzado los argumentos a favor de la energía nuclear”, recalca.

Otros expertos, como Juan Matthews, de la Universidad de Manchester, inciden en el papel “absolutamente esencial” de la nuclear para sostener la eólica marina y recalca en que la huella de carbono de ambas es similar, con niveles “muy bajos”.

 

El argumento medioambiental.

Un interesantísimo artículo de XATACA,  revela los diferentes argumentos empleados en este sentido. El argumento empleado por Matthews no es nuevo y forma parte del debate desde mucho antes de que los tanques rusos avanzasen hacia Kiev, pero con la meta de descarbonización fijada ya a medio plazo resulta esencial. El Parlamento Europeo ha etiquetado de hecho el gas y la nuclear como fuentes de energía “verdes”, con un carácter sostenible.

El caso de Francia. El caso más interesante y paradigmático es probablemente el de Francia, provisto de 56 reactores que suministran cerca del 70% de la electricidad del país. Ya a principios de año, antes incluso del estallido de la guerra, Enmmanuel Macron, anticipaba un “renacimiento” del sector nuclear civil galo con el objetivo de alcanzar “la independencia y libertad” energética.

“Para aumentar la producción nos hace falta, al lado de las renovables, retomar el hilo de la gran aventura atómica”, destacó. Su plan energético para 2050 pivota de hecho sobre la eólica y nuclear y contempla la construcción de seis reactores de nueva generación EPR2, abriendo la puerta a ocho más. El reto no resulta sencillo. En 2022 se ha registrado una “reducción dramática” de la producción, fruto de paradas técnicas y problemas de corrosión y el coste de mantenimiento de los reactores ha aumentado de forma considerable desde principios de siglo, cantidad a la que se suman los gastos derivados del almacenamiento de residuos y desmantelamiento de las propias centrales.

Otra perspectiva interesante es, claro, la de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que en su informe World Energy Outlook 2022 prevé que la generación nuclear haya aumentado de forma notable para 2050 y al menos una treintena de países incrementen su uso. Al trazar su Escenario de Políticas Declaradas prevé que la producción nuclear global aumente de 2.776 TWh en 2021 a 3.351 en 2030, 3.897 en 2040 y 4.260 a mediados de siglo. Su cuota en la generación total eléctrica, eso sí, se mantiene a lo largo de todo ese período en torno al 10%.

Como precisan en Foro Nuclear, para alcanzar ese escenario es preciso culminar 120 gigavatios (GW) de nueva capacidad nuclear en lo que resta de década y ganar otros 300 GW de nuevos reactores en más de una treinta de países entre 2030 y mediados de siglo.

Hay que admitir que todavía hay muchos vientos en contra para la industria tras los anteriores desastres nucleares, como el de Chernóbil en 1986 y el de Fukushima en 2011. Hay que evitar otra catástrofe importante, porque sería un enorme revés para esta herramienta fundamental para producir energía firme y escalable con una baja huella de carbono.

Pero, con la actual lista de centrales nucleares en construcción, hay al menos alguna esperanza de que la energía nuclear esté recuperando su aceptación y pueda contribuir cada vez más a frenar el crecimiento de las emisiones globales de carbono.

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