Brain-Computer Interface una tecnología de ciencia ficción ya aquí.
Tradicionalmente, el uso de la mente para interactuar con el entorno pertenecía al ámbito de las ciencias ocultas, es decir, de la denominada parapsicología. La realidad es que la ciencia hasta ahora no lo ha podido demostrar.
Fenómenos como la telequinesis, -para referirnos al desplazamiento de objetos mediante una acción a distancia sin la intervención de ningún medio físico conocido-, y de la telepatía, como término para definir la transmisión o coincidencia de pensamientos entre personas, forman parte hasta ahora del terreno de la ciencia ficción.
Los humanos que controlan las máquinas con sus mentes pueden parecer algo sacado de una película de ciencia ficción, pero se está convirtiendo en una realidad a través de las interfaces cerebro-computadora.
Hablamos de los sistemas BCI (Brain-Computer Interface) o interfaces mente ordenador, capaces de traducir las intenciones del usuario –sus pensamientos- en comandos de control para dispositivos electrónicos. O, lo que es lo mismo, una tecnología que nos permite interactuar con el medio físico utilizando la mente.
Comprender esta tecnología emergente ahora puede ayudar a garantizar que existan políticas efectivas antes de que BCI se convierta en parte de la vida cotidiana.
Tres drones despegan, llenando el aire con su zumbido revelador. En tierra, el piloto no tiene un control remoto.
Los drones navegan lentamente hacia arriba como una flota, uniformemente espaciados y nivelados, y luego flotan en el aire. El piloto no tiene nada en la mano. Está sentado allí tranquilamente, controlando los drones con su mente. No es ciencia ficción ocurrió en 2014
Si seguimos hablando de drones, en este otro video podemos ver esta tecnología mucho más avanzada, en 2018
El interfaz cerebro computadora
Se define como BCI –por sus siglas en inglés- a un sistema que permite establecer una conexión directa entre el cerebro y un dispositivo externo. El Brain-Computer Interface (BCI) o interfaz cerebro ordenador recoge e interpreta las señales que emite el cerebro humano, y las transmite a una máquina, que está programada para ejecutar comandos asociados a dichas señales.
La aplicación más directa de esta tecnología se centra en la sanidad, y, más en concreto, en los ámbitos de la rehabilitación y de la sustitución motora.
Sin embargo, las posibilidades que ofrece en distintos campos son inmensas, tanto en el ocio –los videojuegos son un terreno abonado para su utilización-, como en otros que están basados en acciones que pueden ser optimizadas estableciendo una relación más directa entre la mente y la máquina.
La actividad del cerebro humano se basa en las neuronas. Cuando pensamos, sentimos o nos movemos, las neuronas emiten señales eléctricas. A través de la electroencefalografía (EEG) podemos recoger esa actividad cerebral, amplificarla y enviarla a un algoritmo de inteligencia artificial, que se encarga de interpretarla, y, en su caso, traducirla a una acción, como, por ejemplo, mover un brazo mecánico.
Los algoritmos utilizados por esta tecnología han sido entrenados para asociar la información que suministra el EEG con emociones, expresiones o acciones concretas, y para ejecutar un comando en consecuencia. Esto da lugar a cosas tan espectaculares como poder mover el cursor en la pantalla de un ordenador exclusivamente con el pensamiento. Imaginemos las posibilidades que todo esto puede ofrecer a personas que han sufrido una discapacidad motora.
¿Cómo funcionan las BCI?
La tecnología BCI permite que un cerebro humano y un dispositivo externo se comuniquen entre sí para intercambiar señales. Brinda a los humanos la capacidad de controlar directamente las máquinas, sin las limitaciones físicas del cuerpo.
Las herramientas no invasivas a menudo usan sensores aplicados en o cerca de la cabeza para rastrear y registrar la actividad cerebral. Estas herramientas se pueden colocar y quitar fácilmente, pero sus señales pueden ser amortiguadas e imprecisas.
Se sabe que cuanto mayor es la proximidad de un electrodo al cerebro, más fuerte es la señal, como una torre de smartphone cerebral.
El BCI invasivo requeriría cirugía. Los dispositivos electrónicos tendrían que implantarse debajo del cráneo, directamente en el cerebro, para apuntar a conjuntos específicos de neuronas. Los implantes BCI actualmente en desarrollo son pequeños y pueden involucrar hasta un millón de neuronas a la vez. Por ejemplo, un equipo de investigación de la Universidad de California, Berkeley, ha creado sensores implantables que son aproximadamente del tamaño de un grano de arena. A estos sensores los llaman “polvo neuronal”.
Los métodos invasivos probablemente darían como resultado una señal mucho más clara y precisa entre el cerebro y el dispositivo. Pero al igual que con cualquier cirugía, los procedimientos necesarios para implantarlos conllevan riesgos para la salud.
La mayoría de las tecnologías BCI aún se encuentran en las primeras etapas de desarrollo y están siendo investigadas y financiadas activamente por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA), el Laboratorio de Investigación del Ejército, el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea y otras organizaciones. Con el poder de las herramientas BCI, el ejército de los EE. UU. Podría mejorar el poder físico y cognitivo de su personal.
Las BCI y el mañana
Por ejemplo, la tecnología BCI avanzada podría usarse para reducir el dolor o incluso regular las emociones. Imagínate: ¿Qué pasaría cuando se envía personal militar a la batalla con una menor sensación de miedo? Y cuando regresaran a casa, ¿qué efectos secundarios psicológicos podrían experimentar los veteranos sin sus rasgos “sobrehumanos”? Ahora puede ser el momento perfecto para pensar en estos escenarios y asegurarse de que haya “barandillas de seguridad” con anticipación.
Aunque las interfaces cerebro-máquina o cerebro-computadora (BMI / BCI) han recorrido un largo camino desde que Hans Berger descubrió la presencia de actividad eléctrica en el cerebro humano en 1924, la comunicación fluida entre nuestros cerebros y máquinas sigue siendo un santo grial de la informática.
En los últimos años se han visto avances increíbles en la investigación del BMI wearable no invasiva en términos de ayudar a las personas discapacitadas o paralizadas a moverse nuevamente , controlar las prótesis robóticas o controlar las computadoras con el poder del pensamiento y brindar a las personas ciegas una visión biónica como podemos ver en el siguiente video
BCI es un sector de biociencias crítico que podría recopilar y analizar las señales electrónicas del cerebro humano. La tecnología BCI “micro invasiva” es un híbrido entre BCI invasivo, que implanta chips directamente en el líquido cefalorraquídeo del cerebro mediante cirugía, y BCI no invasivo, que implica el uso de un dispositivo que permite registrar la actividad cerebral de un usuario.
China ha liderado el desarrollo de BCI no invasivas, mientras que Estados Unidos, representado por la empresa de tecnología Neuralink fundada por el director ejecutivo de Tesla, Elon Musk, ha tomado la delantera en BCI invasivas, según observadores de la industria
BCI y las preocupaciones éticas
Las BCI son una tecnología disruptiva que repara, aumenta, expande y amplía la inteligencia humana.
Hasta ahora, la investigación de BCI se ha centrado principalmente en ayudar a las personas discapacitadas a recuperar la libertad de movimiento. Recientemente, un hombre de Ohio que utilizó solo sus pensamientos pudo mover su mano paralizada gracias a un chip implantado en su cerebro. En Miami, los médicos que utilizan BCI están ayudando a un hombre de 19 años a pararse solo después de perder el uso de sus piernas en un accidente de motocicleta.
Pero a medida que la tecnología avanza hacia una adopción más amplia, las cuestiones éticas, legales y de privacidad siguen sin resolverse.