La energía de fusión, considerada durante décadas como una promesa a largo plazo, está dando pasos firmes hacia su viabilidad gracias a colaboraciones científicas estratégicas. La más reciente y significativa es la alianza entre CERN, el mayor laboratorio de física de partículas de Europa, y Fusion for Energy (F4E), la organización responsable de la contribución europea al proyecto internacional ITER. Ambas entidades han firmado un acuerdo marco que consolida su colaboración técnica para acelerar el desarrollo de tecnologías clave en el camino hacia la fusión energética.
¿Qué es la fusión?
La fusión nuclear es el proceso que alimenta al Sol y a las estrellas. Es la energía que hace posible toda la vida en la Tierra. Consiste en unir núcleos atómicos ligeros —como los del hidrógeno— para formar núcleos más pesados, liberando una enorme cantidad de energía. A diferencia de la fisión (que divide núcleos pesados), la fusión no genera residuos radiactivos de larga duración ni riesgos de accidentes nucleares graves. Además, utiliza como combustible elementos abundantes como el deuterio y el tritio.
¿Qué es ITER?
ITER, acrónimo de “el camino” en latín, es el mayor experimento internacional dedicado a demostrar la viabilidad científica y técnica de la fusión como fuente energética. Está siendo construido en el sur de Francia, y reunirá a científicos, ingenieros y gobiernos de todo el mundo en torno a un objetivo común: producir más energía de la que se consume en el proceso de fusión, algo que nunca se ha logrado a gran escala.
Un objetivo compartido: aprovechar la fusión nuclear
Tanto CERN como F4E comparten una profunda experiencia en áreas como magnetismo superconductivo, criogenia y materiales avanzados. Estos campos, vitales tanto para los aceleradores de partículas como para los reactores de fusión, representan un terreno fértil para la innovación conjunta.
En el caso de CERN, la experiencia proviene de décadas de investigación en física de altas energías, con infraestructura como el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el acelerador más potente del mundo. Esta instalación no solo es un símbolo de exploración científica, sino también un banco de pruebas para tecnologías punteras en magnetismo, vacío, refrigeración extrema y electrónica avanzada.
Por su parte, F4E gestiona la contribución europea a ITER, y participa también en otros proyectos clave como IFMIF-EVEDA, centrado en el desarrollo de materiales que puedan resistir las condiciones extremas de un reactor de fusión.
Tecnología superconductora: el corazón de la colaboración
El nuevo acuerdo entre ambas instituciones se centra especialmente en el desarrollo de imanes superconductores de alta temperatura (HTS). Este tipo de tecnología es clave para generar los potentes campos magnéticos que confinan el plasma —una sopa de partículas cargadas a temperaturas de millones de grados— en el interior de los reactores de fusión.
Mientras que los imanes convencionales requieren temperaturas extremadamente bajas y presentan limitaciones operativas, los HTS permiten mayores intensidades de campo, mejor eficiencia y menores pérdidas energéticas. Estas ventajas son cruciales tanto para mantener la estabilidad del plasma en ITER como para mejorar el rendimiento de futuras generaciones de aceleradores de partículas.
El primer proyecto ya en marcha se centra precisamente en el desarrollo de solenoides de alto campo, componentes fundamentales en ambas tecnologías.
Más allá del hardware: cooperación en diseño, materiales y planificación
El acuerdo no se limita al ámbito tecnológico. Incluye también la colaboración en:
- Diseño de ingeniería avanzada
- Pruebas de materiales y componentes en condiciones extremas
- Planificación de proyectos científicos de gran escala
- Investigación en física aplicada y nuevas tecnologías
Ambas organizaciones reconocen que el éxito de proyectos tan complejos y de largo plazo como ITER o el sucesor del LHC depende no solo de la excelencia técnica, sino también de la capacidad de anticipar problemas, compartir aprendizajes y escalar soluciones de forma eficiente.
Según declaraciones conjuntas, tanto CERN como F4E afrontan desafíos similares: gestión de grandes volúmenes de datos, control de calidad en entornos exigentes, sostenibilidad de proyectos a décadas vista, y sobre todo, alinear ciencia, tecnología e industria para alcanzar objetivos comunes.
Sinergias en acción: un modelo de colaboración europea
Esta no es la primera vez que CERN y F4E trabajan juntos. Desde 2014 han colaborado en estudios sobre el impacto de la radiación en materiales y más recientemente, en el desarrollo de acopladores de radiofrecuencia, componentes esenciales para transmitir energía en sistemas complejos.
La firma del nuevo acuerdo marco en septiembre de 2025 amplía este marco de trabajo y establece una estructura legal y operativa más robusta. Permite, por ejemplo, el intercambio de personal, datos técnicos, bancos de prueba y plataformas de simulación, acelerando el aprendizaje mutuo y eliminando redundancias.
Este tipo de colaboración representa una evolución del modelo de I+D clásico. Ya no se trata solo de compartir papers o asistir a congresos, sino de coproducir conocimiento aplicado, con impacto directo en proyectos concretos.
Una alianza con vocación transformadora
La colaboración entre F4E y CERN representa algo más que un acuerdo entre dos centros punteros. Es un modelo de cómo Europa puede liderar la innovación energética global a través de la cooperación científica. Frente a un contexto internacional marcado por la urgencia climática, la presión sobre los recursos y la carrera por nuevas tecnologías limpias, esta alianza muestra que la suma de capacidades es el camino más rápido hacia soluciones disruptivas.
En palabras de los directores técnicos de ambas instituciones, se trata de aprovechar lo mejor de cada mundo: la precisión y la escalabilidad de CERN, con su conocimiento profundo de sistemas superconductores, y la orientación a aplicaciones energéticas reales de F4E, con su capacidad de gestionar proyectos industriales como ITER.
Además, este acuerdo envía una señal clara a otros actores del ecosistema: universidades, centros tecnológicos, empresas del sector energético y fabricantes de materiales avanzados. La cooperación internacional no es una opción, es una necesidad estratégica para afrontar los retos de la transición energética.
¿Y ahora qué?
Los próximos pasos incluirán:
- La validación de nuevos materiales superconductores específicos para uso en entornos extremos.
- El diseño conjunto de componentes críticos para ITER y otros proyectos de fusión.
- El establecimiento de grupos de trabajo mixtos entre ingenieros, físicos y expertos en sistemas complejos.
Todo ello con un horizonte claro: hacer de la fusión una fuente de energía limpia, segura, abundante y escalable. Una fuente que podría cambiar para siempre la forma en que el mundo produce electricidad.